jueves, 3 de diciembre de 2009

El legado de Fernando Martín

Fue un 3 de diciembre de 1989, un domingo como muchos a finales de los años ochenta. Yo sólo tenía once años. Sobre las cuatro de la tarde, como tantos domingos, yo y mi padre nos instalamos en el salón pegados al transistor para escuchar el histórico "Tablero Deportivo" de Radio Nacional de España. Hoy en día, con la llegada de las antenas parabólicas y las plataformas televisivas digitales, parece increíble que hace tan sólo veinte años estando fuera de España era la única manera de seguir los partidos de la Liga. Me acuerdo como si fuera hoy: estaba muy nervioso tras el nefasto arranque de mi Celta que no fue capaz de compensar la marcha durante el verano anterior del gran Amarildo, que había maravillado a toda Europa y acabó marchándose a la Lazio por 250 millones de las antiguas pesetas. Todo esto después de haber visto fichar por el Atlético a otro grande del celtismo como lo fue Baltazar.

Y ahí estaba yo sentado delante de la radio, preguntándome si el desesperante Nilson, flamante fichaje que estaba llamado a ser el sustituto de Amarildo, pero que acabó siendo uno de los grandes fracasos de la historia celeste, sería capaz de deleitarnos por fín con las cualidades que desde el club habían vendido a los 'siareiros'. Los locutores estaban cantando las alineaciones desde los diferentes estadios entre Las Gaunas y el Carlos Belmonte cuando de repente desde Torrespaña cortaron la retransmisión anunciando una noticia trágica: "Señoras y señores, interrumpimos el programa para darles una noticia devastadora para el deporte español: Hace escasos minutos ha fallecido el jugador de baloncesto del Real Madrid, Fernando Martín, cuando se incorporaba a la M-30 para asistir al partido de su equipo ante el CAI en Zaragoza..."

Mi padre y yo nos quedamos helados. He de añadir que mi padre nunca fue un seguidor del baloncesto y aún así era consciente del alcance del suceso. Mi pasión por este deporte se encontraba en los primeros pasos, sin embargo la noticia me impactó como un rayo. El interés por el deporte de la canasta lo había desarrollado durante el verano del 86, cuando tuve la suerte de estar en Galicia durante la disputa del Mundobasket en España. Para mi este deporte era algo totalmente desconocido, pero todos mis amigos en mi aldea no hacían mas que tirar un balón, de color y tamaño raro, hacia una cesta que habían fabricado con tablas de madera y una vieja llanta de un seiscientos. Así, haciendo mis primeros pasos en este deporte y viendo todos los partidos de la selección mítica de los Epi, Villacampa, Martín y compañía, nació mi adicción por el Basket.

Yo no tenía ni idea de este deporte, pero por la tele me impresionaba la fuerza de voluntad y el corazón de ese ala-pívot con el número diez. Jugaba cada partido como si le fuera la vida en ello convirtiendo las canchas de baloncesto en un escenario de guerra. Mis amigos me explicaban que este tío era un crack, que estaba a punto de ser el primer español en la NBA y convertirse así en una figura histórica del baloncesto español. Ala-pívot, NBA, bloqueos y continuaciones... todo esto a mi me sonaba a chino de aquella, sólo muchos años más tarde llegué a comprender el significado de lo que entonces estaba presenciando.

En los siguientes años mi afición por el Basket siguió creciendo, fuí el primero en mi colegio en Zúrich que empezó a jugar en una canasta que siempre había estado allí y que nadie sabía muy bien para qué servía. Pronto encontré algunos aliados - sobre todo amigos ex-yugoslavos dónde el baloncesto de aquella ya era el deporte rey - dispuestos a disputarse la cancha con la abrumante mayoría de futboleros.

Evidentemente, desde Suiza no pude seguir ni uno de los pasos de Fernando Martín en los Trail Blazers, que había emigrado a comerse el mundo y acabó viviendo un auténtico calvario en Estados Unidos. Mi siguiente experiencia televisiva con el Basket llegaría con los Juegos Olímpicos de Seúl '88, donde me quedé sorprendido al no ver a Fernando entre los miembros de una selección española que, con varios jugadores que ya se encontraban en el momento descendiente de su carrera, no logró repetir el milagro de Los Ángeles. Mis ojos entonces se fijaron en otra de mis debilidades baloncestísticas, Arvydas Sabonis.

Pero volviendo al bueno de Fernando y aquella triste tarde de domingo. De repente mis angustias relacionadas con el partido del Celta se esfumaron, dejaron de ser importantes por un buen rato. No daba crédito a que nunca más volvería a ver jugar a ese número diez que tanto me había fascinado tres años antes. Empecé a sentir un vacío y surgieron recuerdos de uno de tantos míticos duelos entre Fernando Martín y Audie Norris que había visto por televisión la temporada anterior al igual que los minutos de 'amor y odio' que Fernando había compartido en pista con Drazen Petrovic - cosas de la vida, el dios del baloncesto croata siguió el triste camino hacia la eternidad del madrileño sólo cuatro años más tarde.

Luego, el día a día se impuso y ese recuerdo se iría borrando. Mi pasión por el Basket creció año tras año. La globalización y el avance tecnológico nos permitieron disfrutar de inolvidables noches NBA y como un adolescente adicto al baloncesto los señores Jordan, Magic, Bird y compañía acapararon mi interés. Más tarde llegaría la explosión del baloncesto europeo con jugadorazos que empezaban a dejar huella en ambas orillas del Atlántico. Y luego, en años recientes, llegarían 'los chicos de oro' que nos han venido regalando éxitos impensables hasta hace nada. Mucho se ha hablado de los logros de Pau Gasol y compañía, pero los que conocen este deporte - y los jugadores mismos - nunca se han olvidado de la generación que ha allanado el camino hacia el Olimpo de este deporte. Fernando Martín fue el buque insignia de esa generación, el primer europeo elegido en el Draft sin haber pasado previamente por la NCAA, la liga universitaria de Estados Unidos.

Muchos jóvenes que nunca le han visto jugar me dicen hoy que lo de Fernando en la NBA no fue para tanto, que sólo tuvo una presencia testimonial. Nadie puede discutir que su 'aventura americana' deportivamente fue un fracaso para el jugador. De hecho, los que le conocen aseguran que al volver tras su año en la mejor liga del mundo en 1987 Fernando no era el mismo, que algo había cambiado en él. Sin embargo no se dan cuenta que entonces 'cruzar el charco', algo que hoy se ha vuelto en algo totalmente normal para jugadores con talento, era algo similar al intento del ser humano de conquistar Marte y las infinidades del espacio. Fernando no ha dejado huella en la NBA, cosa que más tarde harían otros como 'El Genio de Sibenik', pero ha abierto una puerta que hasta entonces estaba totalmente cerrada; el camino directo desde las canchas europeas a los altares del baloncesto profesional. Y la ha abierto no porque fuera un talento nato sobre el parqué, si no más que nada por su corazón, su actitud y sus ganas ilimitadas de aspirar siempre a lo máximo.

Hace escasamente una semana Fernando Ruíz, que comparte uno de los mejores blogs sobre baloncesto con Gonzalo Vázquez en Yahoo! Eurosport.es, Dobles Figuras, publicaba un artículo con el título 'Otros Clásicos... Audie Norris vs. Fernando Martín'. Fue entonces mientras estaba leyendo las palabras de mi ex-compañero en Eurosport cuando derrepente reapareció el recuerdo de esa fatídica tarde de domingo del 89. El vacío que había sentido en aquel momento volvió a aparecer, un vacío seguía ahí que nadie había sido capaz de rellenar. La tristeza y nostalgia se apoderó de mí, tristeza e incluso algo de rabia de no haber podido disfrutar mucho más de la grandeza de este fuera de serie, pero al mismo tiempo sentí una enorme satisfacción porque el camino, que Fernando Martín había descubierto junto con otros 'fenómenos' de su quinta como Drazen Petrovic o Sarunas Marciulionis, ha sido explorado a fondo por sus sucesores. El descubrimiento de un nuevo mundo que contiene un sinfín de oportunidades para generaciones a seguir, 'sky is the limit' como dirían en América; el verdadero legado de Fernando Martín. Y personalmente por haberme dejado mi primer recuerdo de este maravilloso deporte. Gracias Fernando y DEP.

Os dejo con este video fantástico sobre las batallas que libraban Norris y Martín y no sin antes recomendaros visitar el blog de Ramón Trecet, que conoce nuestro deporte como nadie y que ha dejado una entrada fantástica en memoria de Fernando.

2 comentarios:

  1. yo no llegue a ver jugar a martin, pero por todo lo q he oido, debio ser un fuera de serie, y x eso la generacion actual de estrellas q tenemos se lo agradece, como hizo rudy en el concurso de mates.

    un saludo desde mi blog

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  2. Hola Manu,

    Fernando, como muchos jugadores de los ochenta de los cuales algunos han pasado al olvido, ha sido un super-crack de este deporte. Te animo a buscar videos en Youtube y numerosos artículos (hay enlaces en esta entrada a alguno de los más interesantes) sobre él. Sin lugar a duda, un fuera de serie.

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